Juan Díaz Porlier, Grabado de J. Cuevas
Las ciudades comparten una
dualidad en sí mismas: por una parte, son creaciones y, por otra, actúan como creadoras.
Su naturaleza como producto es evidente, son la consecuencia de la universal
pregunta de cómo asentarse en un territorio. Al albergar, a partir de su
creación, a determinada sociedad-con su mentalidad, cultura e identidad propia-
comienzan a realizar funciones productoras; desde la ciudad emana una cultura
urbana, específica y diferencial. Ello no supone, sin embargo, un aislamiento
de la ciudad respecto a su entorno, ya que se producen complejas articulaciones
a diversos niveles en los que la ciudad participa.
Nos
centraremos en este caso en entender el desarrollo de una mentalidad abierta y
progresista en la ciudad gallega de A Coruña. Comenzaremos por atender, en esta
reflexión, a la vinculación de esta ciudad con el vitalismo liberal de
principios del siglo XIX. Como
ciudad costera y especialmente abierta al mar, gracias a su geografía
peninsular, A Coruña ha sido una ciudad abierta, con mayor capacidad para
recibir influencias foráneas y asimilarlas, renovando y transformando
costumbres e ideas.
En los albores del siglo XIX, A Coruña se convierte en un
evidente foco del liberalismo. La ciudad poseía una creciente burguesía de
origen diverso que, desde mediados del siglo XVIII y amparándose en la
liberalización comercial con América, desarrollaba sus actividades industriales
y comerciales. Los integrantes de esta burguesía, apoyados por militares y
empleados del gobierno, conformaron el grupo más numeroso y vital del
liberalismo gallego. La oposición, que obviamente la había, estuvo
personificada en los frailes Manuel Martínez, Juan Chacón y Nicolás de Castro. Como apunta Consuelo Mariñó, la burguesía coruñesa pese a su ideología liberal siguió vinculada con una mentalidad tradicional en cuanto a costumbres y objetivos, aspirando a convertirse en rentista.
Mientras
que A Coruña se sumo rápidamente al movimiento liberal, jurando la Constitución de 1812, el
influjo de este movimiento fue minoritario en otros lugares de Galicia,
controlados por una hidalguía y clero tradicionalista y reaccionario a los
nuevos aires liberales que impidieron, en todo lo posible, la ejecución de las
leyes dictadas desde Cádiz.
La atmósfera de libertad se manifestó en el incremento de
los periódicos y publicaciones progresistas; llegaron a haber diez en la ciudad
entre 1808-1814, entre los que se encontraban como más destacados: El Semanario Político, histórico y literario de
la Coruña
de Pardo de Andrade y el Ciudadano por la Constitución de
Marcelino Calero[1]. Mientras las ideas
liberales se propagaban con fuerza por diversas instituciones (Real Consulado,
Escuela de Naútica y Audiencia), los burgueses se organizaron en Sociedades,
como el Club de la Esperanza,
integrado por Pedro de Llano, Marcial de Adalid, Don Juan Antonio de la Vega, el capitán general
Lacy, Juan Nepomuceno Ezcudia, Valentín Foronda, Antonio de la Peña, Luis Pullero, Franciso
Gurrea y otros miembros de la burguesía, burocracia y de oficios liberales de
la ciudad.
La
vuelta de Fernando VII, que con tantas esperanzas era conocido como “El
Deseado”, supuso el retroceso de todo lo conseguido: la Constitución gaditana
era derogada en noviembre de 1814. Comenzó el desmantelamiento de todo aquello
que se identificaba con el liberalismo; la prensa desapareció, volvió a
instaurarse la Inquisición
que comenzó a realizar detenciones, se difundió la propaganda antiliberal, se depuraron los cargos públicos en la Administración y el
Ejército y los liberales, ante la
persecución que se cernía sobre ellos, huyeron al extranjero. Al año siguiente
de la vuelta de Fernando VII, el mariscal de campo Díaz Porlier encabeza un levantamiento,
apoyado por la burguesía e intelectualidad coruñesa, con el fin de restaurar la Constitución de Cádiz.
Controlan la ciudad y constituyen una junta pero fracasan. A pesar de su
ligazón con el liberalismo no estalla el entusiasmo público por la ciudad, ante
esto se lamentaba Porlier:
“Siendo su indiferencia poco propicia y desconcertante para un pueblo
que, sometido a las penurias en que todos estamos, no parece demostrar ningún
deseo de recobrar su pérdida libertad”[2]
Finalmente
los sublevados son detenidos, juzgados y ajusticiados el 23 de octubre en la plaza da Forca en A Coruña. La memoria de
Porlier pertenece ya a la de la tradición
liberal y progresista de la ciudad y permanece como un símbolo, al que se ha
acudido en muchos actos, como por el ejemplo: en el hermanamiento con la ciudad
de Cádiz, en la celebración de la Constitución de 1812 o en actos relacionados con la Primera y Segunda
República.
Habrá que esperar a 1820
para que un nuevo levantamiento liberal reaccione ante el tradicionalismo de
Fernando VII. Después del pronunciamiento de Rafael del Riego, la guarnición de
A Coruña que mantenía, a pesar de las purgas, su mentalidad liberal secunda el
pronunciamiento y constituye una Junta Superior de Gobierno. Durante el período
que acababa de abrirse, conocido como Trienio Liberal (1820-1823) A Coruña
vuelve a participar activamente, dentro del ideal liberal, nombrando cuatro
diputados: José Alonso y López, José María Moscoso, Estanislao Peñafiel y el
general Quiroga.
Pero de nuevo la reacción
conservadora se abate sobre la nueva experiencia liberal, el 16 julio de 1823 la Santa Alianza, al mando del
general Burke, cercó la ciudad, gobernada por liberales, y la rindió. Para
evitar males mayores y dada la rebeldía de la ciudad se traslada la sede de la
capitanía general a Santiago para evitar una posible sublevación liberal. Los
liberales de la ciudad se exilian ante el complicado panorama, muchos de ellos
se dirigen hacia Gran Bretaña, como Juana de Vega y Francisco Espoz y Mina. Finalmente, con la muerte de Fernando VII se abrió el camino hacia la consecución del objetivo por el que habían estado luchando: la instauración de un Estado Liberal.
Bibliografía recomendada:
BARREIRO, X.R, Historia
de la Ciudad
de La Coruña,
Biblioteca Gallega, A Coruña, 1986
ARMESTO, V., Los
liberales coruñeses, Ayuntamiento de A Coruña, A Coruña, 1996
GONZÁLEZ CATOYRA, A., Temas
Coruñeses, A Coruña, 1991
Enlace:Entrevista a la historiadora Consuelo Mariño
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